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Del "Oceanman" al mundo laboral: integración y competencia en acción

  • Foto del escritor: Karla Ramón
    Karla Ramón
  • 19 ago
  • 2 Min. de lectura

Escrito y publicado por: Karla Ramón

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Participar en el Oceanman no fue solo una experiencia deportiva, fue también una lección de vida y una metáfora del entorno profesional. Dos momentos marcaron la diferencia: la integración vivida con el equipo de lagartos del Club Campestre y la competencia enfrentada en pleno mar abierto.


1. Integración: la fuerza que se construye juntos 

Antes de lanzarnos al agua, el equipo de lagartos del Club Campestre mostró lo que significa la verdadera integración. Nos preparamos juntos, revisamos cada detalle, nos dimos ánimo y nos aseguramos de que todos estuviéramos listos. Este tipo de unión refleja lo que buscamos dentro de las organizaciones: equipos sólidos donde la comunicación fluye, donde cada miembro sabe que cuenta con el respaldo de los demás. 

En Recursos Humanos buscamos precisamente eso: equipos cohesionados que trabajen como un bloque, donde la comunicación es clara, la confianza mutua es la norma y cada miembro sabe que cuenta con el respaldo de los demás. Cuando un equipo está integrado, los retos se vuelven oportunidades y cada meta se alcanza con mayor seguridad. Igual que en el deporte, el éxito en la empresa no depende solo del desempeño individual, sino de cómo se suma el esfuerzo colectivo.


2. Competencia: estrategia para avanzar en el mar y en la empresa

Una vez que sonó la señal de salida, el panorama cambió por completo. Ya no éramos solo los lagartos nadando juntos; estábamos rodeados de rivales de diferentes países, cada uno enfocado en su propio objetivo, luchando por destacar. 

Así es la competencia externa en el mundo laboral: todos buscan mejorar, crecer y superar al de al lado. Y para sobrevivir, no basta con nadar fuerte, también hay que nadar con estrategia: saber cuándo seguir la corriente, cuándo abrir tu propio carril y cuándo dar la brazada más poderosa. En el mundo laboral, esta dinámica nos recuerda que no todo se trata de fuerza bruta o velocidad; se trata de inteligencia, adaptación y visión para encontrar nuestro propio ritmo sin perder de vista la meta.


La gran lección El Oceanman confirmó algo importante: la integración interna es la base para enfrentar la competencia externa. Un equipo unido, bien coordinado y con confianza mutua tiene la fuerza necesaria para entrar a cualquier mar abierto y salir adelante, sin importar lo desafiante que sea el entorno. Y, al mismo tiempo, la competencia nos recuerda que debemos mantenernos alertas, flexibles y con la capacidad de adaptarnos rápidamente para no quedarnos atrás.

Del mar al mundo laboral, la enseñanza es clara: primero se construye el equipo, luego se enfrenta al océano.


¿Y tú? ¿Qué tan integrado está tu equipo para nadar con fuerza y estrategia en el mar de la competencia?




 
 
 

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