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Del Problema a la Solución

  • Sofía Van Hoorde
  • hace 3 días
  • 2 Min. de lectura

Escrito por: Sofía Van Hoorde Minakata


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¿Cuántas veces escuchamos frases en nuestro día a día que reflejan los problemas, pero no las soluciones?


“Ya mandé el correo.”

“No recibí la autorización para procesarlo.”

“Yo ya hice mi parte.”

Frases que parecen inofensivas, pero que revelan una cultura reactiva, donde el foco está en justificar y no en resolver.


Una empresa madura no busca culpables, busca responsables que actúan.

Cómo líderes, necesitamos construir culturas donde dejemos de dar razones por las cuales no llegamos a los resultados esperados y comencemos a presentar soluciones, alternativas y oportunidades ante cualquier reto.


Transformar nuestra manera de responder a los desafíos empieza por cambiar nuestro lenguaje. Cada vez que sustituimos el “no se puede” por un “¿cómo sí?”, activamos algo mucho más poderoso que las buenas intenciones: la responsabilidad.


El lenguaje enfocado en soluciones despierta acción, colaboración y compromiso.

Y es justamente esa responsabilidad total (también conocida como extreme accountability) la que transforma a las empresas y las lleva a evolucionar.


Quisiera destacar tres temas importantes de la responsabilidad total:

  • Nuestra actitud como líderes frente a lo que no controlamos. No podemos elegir lo que nos sucede, pero sí cómo respondemos a ello. Un líder responsable deja de explicar por qué no se puede y empieza a explorar qué sí se puede hacer hoy con lo que tiene. Esa mentalidad marca la diferencia entre quien reacciona y quien lidera.


  • Nuestro lenguaje como líderes: siempre colaborativo. Un equipo de alto impacto no dice “ellos”, dice “nosotros”. La colaboración surge cuando eliminamos la culpa y asumimos juntos la responsabilidad de los resultados. Un lenguaje de unión genera acción compartida.


  • Nuestra coherencia como líderes: la responsabilidad que se contagia. La responsabilidad total no se impone, se contagia. Los líderes modelan con sus acciones más que con sus palabras. Cumplir lo que prometemos, escuchar sin justificar, acompañar, corregir y celebrar los avances. Cuando el ejemplo es coherente, la cultura responde.


Recordemos que cambiar el lenguaje del problema por el de la solución no es una técnica: es una decisión diaria.

Se trata de observar lo que falta sin perder la capacidad de construir, de hacernos responsables y de avanzar cada día un paso más hacia los resultados que buscamos.

El liderazgo no se mide por lo que explicas, sino por lo que transformas.

Asumamos nuestras responsabilidades.

Busquemos el cómo sí.

Eliminemos excusas.

Y construyamos juntos una cultura donde todos, desde su trinchera, sean parte de la solución.

 
 
 

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