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De la lavadora a la inteligencia artificial: la tecnología no nos libera, nos exige más

  • Cristina Cortés
  • 3 sept
  • 3 Min. de lectura

Escrito por: Cristina Cortés

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Si eres como yo, seguro te habrás puesto a pensar de qué manera el AI mejorará nuestras vidas en un futuro cercano. ¿Serán posibles las semanas de 4 días? ¿Podremos al fin tener vidas más balanceadas al aumentar la productividad? 

La respuesta a eso se encuentra en el pasado. 


En la década de 1930, gracias al invento de la lavadora de ropa, nació el discurso de “la tecnología liberadora”: la lavadora, la aspiradora y la plancha eléctrica supuestamente reducirían el tiempo de las tareas domésticas.

Pero ocurrió lo contrario: El estándar de limpieza se elevó: antes se lavaba una vez por semana o cada dos; con la lavadora, se esperaba tener la ropa limpia todo el tiempo; aparecieron nuevas prendas y tejidos delicados: más ropa, más cuidado. Mayor expectativa social sobre el rol femenino: se asumió que, con la ayuda de la tecnología, las mujeres podían hacerse cargo de más tareas domésticas sin ayuda externa.

La socióloga Ruth Schwartz Cowan documenta esto en su libro More Work for Mother (1983): la tecnología doméstica no redujo el trabajo de las mujeres, sino que lo transformó y en muchos casos lo incrementó.

Lo mismo pasó en las oficinas con la llegada del correo electrónico, y otros medios de comunicación. 

El número de comunicaciones que recibía un ejecutivo al año en 1970 era de 1,000 mensajes. 55 años después en el 2025, un ejecutivo recibe ¡100,000 mensajes al año! Y des esos, sólo 30 mil son útiles, el resto son ruido que causa ineficiencias.

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Esta gráfica refleja que no somos proporcionalmente más productivos a pesar de tener más tecnología.

¿Cambiará algo con la AI?¿podremos poner nuestra esperanza de productividad en esta nueva tecnología? ¿Será ésta el “ahora si” que lo cambiará todo? 


México está frente a un gran reto de productividad. 

Según la OCDE, en el país se trabajan en promedio 2,137 horas al año (2023), mucho más que Alemania (1,350) o Dinamarca (1,400). Pero la productividad (PIB generado por hora trabajada) es de las más bajas.

Aun así, el gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum anunció, durante el Día del Trabajo en mayo de 2025, que se impulsará una reducción gradual de la jornada laboral de 48 a 40 horas semanales, con plazo para su implementación total en enero de 2030. 


Esto pone presión a un sistema mal diseñado que comienza con una pésima infraestructura de transporte público donde un trabajador en México puede invertir casi 3 horas en ir y venir entre su casa y el trabajo mientras que el promedio de tiempo en las ciudades de la Unión Europea es de 50 minutos. 

Otro gran factor es el estilo de liderazgo de las empresas que carga creencias antiguas sobre el trabajo y la productividad. Y aquí nos encontramos con una falta de cultura de "trabajo por resultados": Lo que importa es el tiempo visible, no lo entregado. Lo que llamamos coloquialmente “la hora pompa”. Se Premiar estar, no producir: Se valoran quienes están muchas horas. "El que menos se vaya" se asocia con dedicación, aunque no necesariamente efectividad.

Esto aunado a un gran miedo al desempleo hace que las personas tengan dificultad para establecer límites o decir “no”. 

También el estilo de liderazgo jerárquico donde al jefe no se le puede contradecir, negociar o corregir, donde el especialista no es tomado en cuenta porque está en una posición jerárquica inferior causa retrabajos, errores, y una cultura donde no se cumplen las promesas. 


En países avanzados, la productividad se ha logrado traducir en mejor calidad de vida. Eso quiere decir que la productividad es calidad de vida. Es importantísimo lograrla en este país. Ya no es sostenible. 


A donde nos llevará el AI es un misterio. Pero la historia tiende a repetirse. 

No será la tecnología la panacea. Tendrá que ser un cambio radical en la forma como apreciamos y valoramos nuestro tiempo todos los mexicanos


¿Y el tuyo, cuánto vale? 





 
 
 

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