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  • Eugenia Cantú

Conversaciones poderosas


Equipo de trabajo

¿Cuántas ideas, inquietudes, sentimientos, deseos y peticiones nos atrevemos a compartir? Especialmente, cuando reconocemos que expresarlos es algo que necesitamos y que podría ser de beneficio para nosotros, para nuestra autenticidad y crecimiento personal.


Nuestra capacidad de comunicarnos es una herramienta valiosa con la que podemos crear conversaciones poderosas que inviten y promuevan la auto expresión, escucha generosa, reflexión, flexibilidad en perspectivas, el espacio para reconocer lo que es importante para cada uno de nosotros y la posibilidad de crear nuevas formas de relacionarnos, ampliando así, nuestro circulo de experiencia y lo que vemos posible para nosotros.


Marshall Rosenberg, creador del Método de Comunicación Compasiva, propone iniciar las conversaciones desde lo que uno observa, siente, necesita y desea pedir. Es decir, abrir la comunicación hablando de uno mismo, sin juicio y crítica hacia la otra persona, promoviendo así un espacio de escucha más empática. Cuando nos enfocamos en lo que la otra persona no está haciendo “bien”, es más probable que tienda a defenderse, en cambio cuando nos damos la oportunidad de conectar con nuestros sentimientos y necesidades tales como sentirnos escuchados, respetados y tomados en cuenta, estamos ayudando a crear la oportunidad de que la otra persona nos comprenda mejor, ya que sentir y necesitar es una experiencia de todos como seres humanos.


Acercarnos y abrir conversaciones en nuestro trabajo o con nuestra familia no siempre nos resulta sencillo, a veces nos detiene el miedo a no sentirnos recibidos. Nos cuestionamos si es válido lo que queremos pedir, qué pudiera pensar el otro de nosotros si expresamos alguna emoción u opinión o si deberíamos darle menos importancia a nuestra inquietud.


Entonces, ¿qué podemos hacer para desarrollar nuestra confianza y fortalecer esta práctica? Primero, reconocer ese miedo como parte de la experiencia. Quizás, porque es un tema que no estamos acostumbrados a hablar, que en el pasado causó cierta tensión o que nos hace sentir vulnerables. Segundo, en vez de enfocar tu atención en la posible respuesta de la otra persona, enfócate en ¿por qué hablar de eso es importante para ti?, ¿cuál es tu intención en querer compartir esto? Este cambio de atención te puede ayudar a navegar por la incomodidad de iniciar esa conversación y al final poder obtener una experiencia diferente en cómo te relacionas contigo mismo cuando quieres expresar algo y también en la forma de relacionarte con esa persona, independientemente de su respuesta.


Más que el resultado, podemos reconocer el valor de tener estos acercamientos como un ejercicio de autoconocimiento, de permitir que otros nos conozcan más y de explorar por medio de la conversación, otras posibilidades que se alineen a la vida que queremos seguir creando.

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