Cómo Humanizar las Empresas sin Perder la Rentabilidad.
- Cecilia Gutiérrez Arce
- 17 jun
- 5 Min. de lectura
Por Cecy Gutiérrez Arce

Hace un par de semanas terminé satisfactoriamente el programa de Capitalismo Social Aplicado, que se imparte en la Casa Humanista de Don Eugenio Garza Sada y lo primero que hice fue sentarme a escribir las memorias que me deja este gran recorrido de aprendizaje de cómo grandes líderes que trascendieron hasta la actualidad, lograron conjuntar el crecimiento de sus emprendimientos y el engrandecimiento de las personas que colaboraron con ellos, me llena de orgullo haber conocido su historia de éxito, pero sobre todo me llena de responsabilidad y compromiso, seguiré alineando mi propósito para que mi emprendimiento se humanice a la par de que crezca, entendí que vivimos en un mundo donde el capitalismo ha sido una de las fuerzas económicas más influyentes de la historia moderna, sin embargo, el modelo tradicional basado en la maximización del beneficio financiero está siendo cuestionado desde diversos ángulos, el incremento de la desigualdad, el desgaste emocional de los trabajadores, la destrucción ambiental y la deshumanización del trabajo están forzando a replantear el paradigma económico vigente.
En respuesta, surge el concepto de *Capitalismo Social Aplicado", una evolución del capitalismo tradicional que busca integrar la rentabilidad empresarial con la dignidad humana. Este modelo propone un equilibrio entre el beneficio económico y el valor social, situando a la persona en el centro de las decisiones empresariales. ¿Es posible ser rentable sin explotar? ¿Puede una empresa poner a las personas primero sin perder competitividad? La respuesta, como veremos a lo largo de este artículo, es un rotundo sí.
El Capitalismo Social Aplicado es un enfoque de gestión empresarial que reconoce el papel central de las personas en la creación de valor. No se trata solo de filantropía o responsabilidad social empresarial (RSE), sino de un compromiso estructural con el bienestar humano desde la estrategia del negocio, hasta la persona en el centro de todo.
Este modelo parte de la premisa de que los trabajadores, clientes, proveedores y comunidades (hijos, familia, vecinos de la empresa, etc.) son “stakeholders” tan importantes como los accionistas. Por tanto, las decisiones empresariales deben buscar un beneficio múltiple y equitativo.
Se tienen que cuidar y tomar en cuenta principios básicos como:
Dignidad humana como base de toda decisión.
Propósito empresarial más allá del lucro.
Rentabilidad con impacto social positivo.
Gobernanza participativa y transparente.
Desarrollo humano integral dentro y fuera de la empresa.
Pero uno de los principales obstáculos para la adopción de este modelo es la creencia errónea de que poner a las personas al centro sacrifica la eficiencia o la rentabilidad, este mito se basa en una visión de muy corto plaza sobre el negocio, pero hoy en día hay muchas empresas que demuestran que no solo es posible ser humano y rentable, sino que ambas condiciones se refuerzan mutuamente. La evidencia empírica muestra que los entornos laborales positivos, inclusivos y con sentido, generan mayor innovación, productividad y fidelidad de clientes, así como un gran sentido de pertenencia del colaborador, su trabajo toma un sentido tan relevante en su vida, que cada día es un gozo ir a trabajar y hacerlo de forma excelente.
Ahora, ¿Qué significa poner a la persona en el centro?, significa cambiar el enfoque del “recurso humano” al “ser humano”, significa crear una cultura organizacional que valore la diversidad, promueva la equidad y fomente la participación. Las personas tenemos requerimientos básicos para sentirnos parte de la empresa, queremos seguridad y bienestar mental y corporal, necesitamos reconocimiento, deseamos una carrera significativa donde se nos promueva el desarrollo de mis habilidades y nuevas competencias, pero sobre todo justicia social, respeto, coherencia y congruencia de mis líderes.
Una empresa centrada en la persona escucha, adapta y co-crea, establece canales de comunicación reales, fomenta el aprendizaje continuo y premia la colaboración sobre la competencia interna, este modelo requiere un liderazgo que sea más que gerencial: necesita ser humano, empático y consciente del impacto de sus decisiones, los líderes se convierten en modeladores culturales. Si el liderazgo no cambia, la organización tampoco lo hará. Por eso, formar líderes que vivan los valores del capitalismo social es una condición necesaria para su implementación.
¿Qué se requiere para poder aplicar el capitalismo social?
Rediseñar el propósito organizacional: Clarificar por qué existe la empresa, más allá del lucro.
Medir lo que importa: Incorporar KPIs humanos: bienestar, diversidad, satisfacción, impacto social.
Incluir a todos en la mesa: Diseñar procesos participativos en la toma de decisiones.
Revisar la cadena de valor: Asegurar que los proveedores también compartan los valores humanos.
Invertir en cultura: Programas de bienestar, formación continua, espacios
seguros de conversación.
Estudios de Gallup, McKinsey y Harvard Business Review muestran que las empresas que invierten en bienestar, diversidad y propósito tienen:
Mayor productividad (+21%).
Menor rotación de personal (-59%).
Mejores resultados financieros (+19% promedio sobre sus pares).
Implementar este modelo no es fácil. Supone un cambio cultural profundo que puede generar resistencia, intereses cortoplacistas de accionistas, falta de
formación en liderazgo consciente, cultura empresarial tradicional basada en el control, centrarse solo en las ganancias económicas y no es las ganancias humanas. Como en todo, hay que comenzar con pequeños cambios tangibles, mostrar resultados concretos, generar alianzas internas y externas, formar redes de apoyo entre empresas con valores comunes, los trabajadores no solo producen, también co-crean, el lucro no es el fin, sino el medio para generar bienestar colectivo. Gobiernos, educadores, consumidores y medios también tienen un papel fundamental. Si cada uno asume su responsabilidad, podemos pasar del discurso a la acción.
El capitalismo no necesita desaparecer, necesita evolucionar. El modelo social aplicado nos invita a recordar que toda empresa está hecha por personas, para personas.
Humanizar las organizaciones no significa debilitarlas, sino fortalecer su esencia. Las empresas del futuro serán aquellas que logren integrar valores humanos, impacto social y rentabilidad en una misma ecuación. Invertir en personas no es un lujo: es la estrategia más inteligente, resiliente y sostenible que una organización puede adoptar.
“Cuando pones a la persona en el centro, todo lo demás encuentra su lugar.”
Eugenio Garza Sada. Líder Humanista.
“Es esencial reconocer que, para enfrentar los desafíos que tenemos como
sociedad, las empresas necesitan líderes humanistas comprometidos con la
creación de valor compartido, sostenible y consciente de la dignidad humana”
Juan Pablo Murra Lascurain. Rector de Profesional y Posgrado del Tecnológico de
Monterrey.
“El capitalismo es el mejor sistema de asociación que se ha inventado, pero
debemos corregir sus errores. El Capitalismo Social es la forma de hacerlo”.
Federico Garza Santos. Presidente del Centro Eugenio Garza Sada.
Poner a la persona en el centro no es solo una estrategia, es la mejor inversión que puedes hacer por tu emprendimiento o empresa.
Es una inversión que no se devalúa, que siempre crece y que trasciende con el tiempo. Porque al final del día, una empresa no está hecha de productos ni procesos, sino de relaciones humanas: clientes que confían, proveedores que suman, colaboradores que sueñan, y familias que sostienen. Sin personas, no hay propósito. Y sin propósito, no hay futuro. Invertir en lo humano no es un gasto: es sembrar raíces profundas que sostendrán todo lo que construyas. Recuerda: el verdadero valor de una empresa se mide por la calidad de las personas que la rodean y el impacto que deja en sus vidas.
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